El 15 de diciembre de 1989, el vuelo 867 de KLM en ruta al aeropuerto internacional de Anchorage, Alaska, desde el aeropuerto de Ámsterdam Schiphol, se encontraba en descenso hacia el aeropuerto de Anchorage cuando sus cuatro motores fallaron. El Boeing 747-400, con menos de seis meses de vida, voló a través de una nube de ceniza volcánica procedente del Monte Redoubt, que había erupcionado el día antes.
Los cuatro motores del avión fallaron dejando al avión sólo con los sistemas críticos haciendo uso de la electricidad de reserva. Un informe afirmó que la parada de los motores se debió a la entrada de polvo volcánico dentro de la cubierta de vidrio del motor lo que hizo fallar los sistemas de control de temperatura y esto llevó a una autodesconexión de los motores.
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