Era un vuelo de pasajeros que cubría la ruta entre el Aeropuerto Internacional de Ámsterdam - Schiphol (Países Bajos) y el Aeropuerto de Faro (Portugal), el 21 de diciembre de 1992. El avión que se estrelló fue un McDonnell Douglas DC-10-30.
El vuelo partió con retraso por un fallo en las reservas, y aunque no fue solucionado, la aeronave despegó. En el aeropuerto portugués, había un mal tiempo: lluvia intensa, nubes a baja altura y cizalladuras. El primer intento fue fallido, por lo que tuvieron que volver a intentarlo mediante una aproximación VOR, y se topó con dos microrráfagas. Los bomberos del aeropuerto vieron que 22 segundos antes del impacto hubo una explosión en el DC-10-30. Al ir muy rápido en el aterrizaje, el tren de aterrizaje no soportó el peso del avión y se rompió. Luego el tanque de combustible se rompió y se incendió, y finalmente, el fuselaje se partió en dos. Fallecieron 56 de las 340 pasajeros.
Los investigadores del accidente concluyeron que la cizalladura al final de la aproximación a la pista, además de la alta velocidad de descenso, hizo que se complicara el aterrizaje. Además de ello, hay que sumarle los errores de los pilotos, la no desconexión del modo de control del viraje de las ruedas y una reducción de la potencia de los motores antes de lo normal.
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