Era un vuelo comercial que cubría la ruta entre el Aeropuerto Internacional de Dallas - Forth Worth y el Aeropuerto Internacional de Salt Lake City, ambos aeropuertos en Estados Unidos, el 31 de agosto de 1988. La aeronave que se estrelló fue un Boeing 727-232 Advanced.
Los pilotos se posicionaron detrás de otros aviones que se preparaban para despegar, hasta que el controlador aéreo les dio autorización para ponerse en primera línea y despegar. Durante el despegue, la velocidad del aparato fue normal, hasta alcanzar la velocidad de rotación ( 154 nudos ), cuando el capitán elevó el morro de la aeronave como de costumbre. Es ahí cuando el avión se ladeó con violencia, tocando el ala con el hormigón de la pista, siguiendo así hasta salirse de la pista, colisionar contra las antenas del sistema ILS a 300 m del final de la pista y después de recorrer casi 1 km fuera de la pista, se estrelló cerca de la valla perimetral del aeropuerto, incendiándose con todo el combustible del vuelo. Fallecieron 14 de las 108 personas a bordo.
La investigación llevada a cabo reveló que la principal causa del accidente fue que los pilotos no configuraron los flaps y slats para el despegue, imposibilitando que las alas tuvieran la suficiente sustentación para poder elevar el avión. Además, la alarma de despegue sin las superficies de control configuradas no funcionaba en ese momento. Se violó la norma de la cabina estéril, donde los pilotos deben estar solos para concentrarse en los momentos más importantes del vuelo, como son el despegue y aterrizaje. Y es que estuvieron hablando con la azafata, entre otros temas, y paradójicamente, sobre que las conversaciones de cabina permiten tener un audio grabado de sus voces en caso de accidente, cosa que finalmente ocurriría en ese mismo vuelo.
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