Era un vuelo de pasajeros que cubría la ruta entre el Aeropuerto Internacional de Moscú-Sheremétievo (Rusia) y el Aeropuerto Internacional José Martí (La Habana, Cuba), con escala en el Aeropuerto de Lisboa (Portugal), el 27 de mayo de 1977. El avión implicado en el accidente fue un Ilyushin Il-62M.
En la aproximación al aeropuerto de destino, los pilotos informaron de lecturas falsas de altitud y presión del aire, aunque siguieron descendiendo hasta los 3.000 pies. En ese momento había nubes cúmulos, visibilidad de 8 km y con densa niebla a 40 m de altura. A poco más de 1 km de la pista, los pilotos divisaron cuatro líneas eléctricas de 28 m de altura, levantando el morro de la aeronave para intentar evitarlos, aunque se los llevaron por delante, cortando el estabilizador y flaps del ala exterior derecha. Tras esto, el avión giró 70º a la derecha, golpeando el ala derecha y el morro contra el terreno, terminando por incendiarse, quedando únicamente la sección de cola.
Durante la investigación, se desvelaron varios errores importantes cometidos por la tripulación, principalmente fallos en el cálculo de la altitud que generaron lecturas incorrectas que causaron un descenso prematuro. Hay que sumar también el hecho de querer aterrizar de forma visual con una densa niebla y el uso incorrecto del radioaltímetro.
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